viernes, 6 de julio de 2007

Harold Holt


Imaginen que un día alguna figura pública se va un rato a nadar a la playa y que, desde ese día, desaparece, nunca más nadie lo ve. Imaginen además que esa figura pública es el Primer Ministro de un país. Ahora sigan fantaseando y piensen en que el país es Australia, uno de los principales Estados del planeta. Figúrense, además, la prensa y difusión que ese suceso tendría en el mundo. Bueno, ya no se imaginen más. La historia mencionada es real, excepto por un factor: casi nadie se enteró.

Poco tuvo de llamativa la carrera política de Harold Holt, excepto su final. Nacido el 5 de agosto de 1908, recibido en Leyes en 1930 y elegido, a los 27 años, para ingresar al Parlamento Australiano, llegó a ocupar en 1939 varios ministerios durante la presidencia de Robert Menzies, su mentor. Fanático de los deportes acuáticos, en 1940 tomó parte activa en la Segunda Guerra Mundial, con la Australian Imperial Force, y, finalmente, el 29 de enero de 1966, tras el retiro de Menzies, fue electo Primer Ministro.

Su gestión no mostró nada fuera de lo común, en un país tan calmo como es Australia. Muy cercano al presidente estadounidense Lyndon Johnson, el principal problema que debió afrontar fue la Guerra de Vietnam, y su acción con respecto a ella fue incrementar el número de soldados australianos en el combate contra las tropas comunistas. Otra de sus iniciativas fue derogar la White Australia Policy, que restringía el acceso al país de inmigrantes no blancos, y así permitir la entrada al territorio de muchísimos asiáticos que tenían a su familia en Australia.

Hasta acá, una historia de lo más normal. Hasta el 17 de diciembre de 1967. Como ya se dijo, fanático de todo deporte acuático, del surf, del snorkelling, el buceo, Holt, de 59 años, fue aquel día a la playa de Cheviot, en el estado de Victoria. Las corrientes eran fuertes y el agua estaba bravía, pero eso no le importó al Primer Ministro, considerado un extraordinario nadador. Para impresionar a sus amigos, Holt decidió zambullirse al mar, y a los pocos minutos desapareció del campo de visión de quienes lo acompañaban. Alarmados, éstos decidieron llamar a la Policía, y a los pocos minutos la playa estaba colmada de agentes. El operativo de búsqueda fue uno de los más grandes de la historia de Australia, pero no pudo encontrarse absolutamente nada. Dos días después, el 19 de diciembre, las autoridades gubernamentales anunciaron que Holt estaba "presumiblemente muerto".

Tuvieron que pasar casi cuatro décadas para que el Departamente Forense de Victoria anunciase que Holt estaba "oficialmente muerto". Pero, pese a ello, lo anómalo de la situación y el hecho de que jamás haya podido encontrarse siquiera un rastro del entonces Primer Ministro ha servido, durante los últimos 40 años, como caldo de cultivo para los amantes de las conspiraciones.

Se han tejido muchísimas teorías. A saber, de las más "reales" hasta las más fantásticas: 1. Ahogado, Holt quedó aprisionado entre las muchas rocas que se encuentran en el mar de Australia, y por eso nunca se lo pudo encontrar, 2. Por alguna razón desconocida, Holt decidió suicidarse, 3. Cansado del stress en el que estaba sumido, decidió fingir su propia muerte para así poder comenzar una nueva vida en otro lugar, 4. (y empieza lo bueno) Holt fue raptado por la CIA, vaya a saber uno por qué motivo, 5. Holt fue raptado por un submarino ruso, 6. Holt era un agente secreto de China y, cuando todos pensaban que se había ahogado, fue rescatado por un submarino chino que lo estaba esperando y llevado a la república de Mao, en donde el próximo año llegaría al centenario de edad, 7. A Holt se lo comió un tiburón y 8. Holt fue secuestrado por un OVNI.

Ninguna de esas 8 suposiciones, entre otras varias, se pudo probar. Pero tampoco pudo demostrarse que Holt haya muerto ahogado en el mar, la conjetura más lógica. El juego, entonces, está abierto y a ver a quién se le ocurre una buena hipótesis.


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